Y, porque la dignidad es al final de cuentas lo que nos permite seguir caminando.
Hace mucho tiempo cuando tenía alrededor de siete años, presencié una escena que caló hasta lo mas profundo de mi. En un alto del semáforo vi desde el carro de mi padre como un hombre vestido de traje y corbata le tiraba una moneda a un mendigo con todo el lujo del desprecio; el mendigo en su hambre eterna corrió a recogerla. Impotente ante tal acto me vi invadida hasta las lagrimas por la indignación y la tristeza. Hasta cuando vamos a permitir que se mancille nuestra dignidad sin reaccionar. Nuestros países han sido quienes les han proporcionado las materias primas y la mano de obra barata que han necesitado para su progreso. Estos “agujeros de mierda” como nos han llamado les ha permitido vestir sus trajes y sus corbatas, pero hasta cuando seguiremos nosotros corriendo detrás de la moneda?…